Un GPS en tu cerebro
Por Casto Rivadulla Cada uno de nosotros lleva un GPS en el cerebro, que nos guía y decide la mejor ruta cuando vamos de un sitio a otro. En este recurso, el autor nos lo explica. En el último número de Chispas, Paloma Fernández nos contaba cómo funciona un GPS. Me gustó tanto el artículo que decidí continuar con la historia para contaros cómo funciona el GPS que todos llevamos dentro, ese que hace que sepas si estás en clase o en casa y que tengas muy claro cuál es el camino que hay que seguir para llegar hasta el lugar donde quedaste con tus amigos. En vuestro cerebro hay 85 000 000 000 de neuronas (aunque viendo el comportamiento de algunas personas pueden surgir dudas sobre si no les faltará alguna). La mayoría de ellas localizadas en la parte más superficial que es lo que denominamos corteza cerebral. Cada zona de la corteza está íntimamente relacionada con una función, tal como se señala en la figura, tenemos la zona de hablar, la de ver, la de movernos…
Eso significa que cuando vemos algo se activan las neuronas de la parte posterior del cerebro, las de la corteza visual, y que cuando movemos los músculos de la boca para hablar, las órdenes provienen de una pequeña zona situada en la parte delantera izquierda que se conoce como Área de Broca en honor del investigador que descubrió su función. Volviendo al GPS, en la parte interna de los hemisferios cerebrales (no se ve desde fuera) tenemos una zona llamada hipocampo (se llama así porque su forma recuerda a la de un caballito de mar) que está muy relacionada con los procesos de memoria y aprendizaje, y también con la localización y orientación en el espacio.
En esa zona de nuestro cerebro se localizan unas neuronas que solo se activan cuando estamos en un lugar concreto, reciben el nombre de neuronas de lugar. Si vas andando desde el cole hasta tu casa todos los días cuando sales a la calle se activa un grupo de neuronas, siempre las mismas que reconocen los elementos que hay en el portal de tu casa. A medida que vas caminando y pasando por otras calles conocidas son otros grupos de neuronas las que se activan, reconoces las calles y sabes el camino a seguir. Si un día sigues un camino nuevo… uhm no hay un grupo de neuronas que reconozca este lugar, por eso te resulta desconocido. No hay problema, un grupo de neuronas se organizaría sobre la marcha para responder a ese nuevo sitio y serían las que se activasen la próxima vez que eligieses ese camino. Tenemos un auténtico GPS en nuestro cerebro y va añadiendo nuevas rutas a medida que las vamos haciendo. Pero no hace falta ir al lugar en el que ya has estado para activarlas. Si piensas en cómo está organizada tu habitación las neuronas de tu cerebro que reconocen tu habitación ya están disparando. Este es una de las muchas cosas fascinantes del sistema nervioso, simplemente con pensar en algo las neuronas encargadas de hacerlo ya se ponen a funcionar. Hace unos años se demostró que incluso cuando se sueña con una determinada localización se activan las neuronas que reconocen ese sitio cuando estamos despiertos. Podemos darle la vuelta a la tortilla y preguntarnos qué pasaría si un científico fuese capaz de estimular un grupo de neuronas en tu cerebro, por ejemplo las "neuronas de mi playa preferida”. Pues sí, como supongo que muchos estaréis ya pensando, si vuestras neuronas se activan vosotros creeríais estar en esa fantástica playa en la que estáis pensando. Estas células han llamado la atención de los neurocientíficos desde su descubrimiento por allá por 1971, por O’Keefe y Dostrovsky, que las vieron por primera vez en ratas. Se convirtieron rápidamente en uno de los campos más activos en la neurociencia y esta actividad se mantiene en nuestros días. Como ejemplo dos trabajos muy recientes sobre nuevas funciones de estas células: - El primero nos muestra que estas células, antes de empezar a caminar, comparan las posibles vías para llegar a nuestro destino y eligen la mejor en cada momento en función de la información que tenemos. Tal cual como un GPS inteligente, analizando si por la autopista o por la carretera, teniendo en cuenta el precio de la primera, el tráfico de la segunda…
- El segundo trabajo demuestra que estas células en animales voladores, como los murciélagos, procesan información en las 3 dimensiones del espacio. Piensa que tú te mueves adelante-atrás o derecha-izquierda pero un pájaro tiene además la posibilidad arriba-abajo.
La próxima vez que vayas por la calle caminando piensa que estarán haciendo tus células de lugar, detectando nuevas pistas para el viaje de vuelta, detectando que ese sitio no les suena y que, a lo mejor, te has equivocado…
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