
Estamos sanos la mayor parte del tiempo, pero sabemos que en invierno es más frecuente pillar algún resfriado banal o, a veces, alguna neumonía más grave. Pero, en realidad, estamos continuamente expuestos a una buena cantidad de microorganismos que nos podrían causar enfermedades graves.
Entre estas células, están las de la primera línea de ataque frente a una infección súbita, como los macrófagos o los neutrófilos. También están otras células, especializadas cada una en reconocer a un microorganismo distinto, llamadas linfocitos.
¿Y por qué hay infecciones que solo se sufren una vez en la vida, como la varicela? No es porque no volvamos a exponernos a ellas. Es porque los linfocitos aprenden, tienen memoria, y cuando vuelven a reconocer a un virus son capaces de neutralizarle tan rápidamente que ni nos enteramos, dado que no llegan a causar enfermedad.
Aprovechando la memoria de los linfocitos, los científicos han fabricado vacunas, que son formas inocuas de los virus o las bacterias dañinas, cuyo buen uso permite que haya enfermedades que ya no conocemos desde hace décadas.
Y si hay tantos microbios, ¿cómo puede nuestro sistema inmunitario reconocerlos a todos? Es porque se educa a las células inmunitarias para reconocer a las otras células propias del cuerpo y no reaccionar frente a ellas. Así, las que quedan activas solo se disparan defensivamente cuando hay cualquier cosa que no reconozcan. ¡Y tenemos muchos millones de linfocitos, todos diferentes entre sí, para hacer estas tareas con eficacia!
¿Y nunca se equivoca nuestro sistema inmunitario?
Bueno, a veces sí que se equivoca.
- Por ejemplo, cuando reconoce a compuestos bastante inocuos y reacciona desproporcionadamente causando una alergia ¡para la que también tiene memoria que dura años, por desgracia!
- También se equivocan los linfocitos cuando reaccionan contra nuestro propio cuerpo, a veces hasta el punto de destruir una parte de él, causando la diabetes juvenil, por ejemplo, cuando por error destruyen las células del páncreas que producen insulina. ¿Sabías que esta variante de esta enfermedad tan conocida es una autoinmunidad?
Y a nuestra policía inmunitaria no le gustan los órganos de otra persona, y reacciona muy fuertemente contra los trasplantes de órganos. Por suerte, nuestro conocimiento sobre los linfocitos nos permite modular su actividad, de manera que toleren los trasplantes, pero sin dejar de reconocer y combatir las infecciones. Esto, y el excelente quehacer médico, nos permiten que España sea el país líder mundial en trasplantes.