Hay un universo debajo de tu cama
Por Jesús Ruiz Voy a contarte una historia de cuando yo era pequeño... 
Es sábado por la mañana; en algunos hogares españoles, los más jóvenes de la casa, bajo la atenta mirada de sus padres, se disponen a realizar una actividad que es tradición y tarea de obligado cumplimiento: ¡¡pasar la aspiradora!! A esa edad nos encargaban ese trabajito para colaborar en casa. El caso es que cada sábado, tu padre o tu madre, aterrorizados por su constante aparición, te encomendaban acabar con el mayor enemigo que puede tener una casa: las pelusas. Que digo yo que no hay para tanto pero cada semana el mismo encargo: "¡Aspira bien, que no queden pelusas; sobre todo debajo de la cama!”. ¡Qué manía con las pelusas! 
La cuestión es que tú te agachas todo lo que puedes y pasas el dichoso tubo aspirador por cada rincón, con la esperanza de acabar con todas ellas. Unos minutos más tarde, convencido de haberlo logrado, exclamas: ¡Ya he terminado! Cada día, cuando abres la ventana, entras de la calle o simplemente te vistes, diminutas o más bien microscópicas partículas de polvo, tejidos, ácaros, incluso células de tu piel, caen al suelo sin que nos demos cuenta; por ejemplo, perdemos diariamente alrededor de 10.000 células muertas de nuestra piel (mientras estás leyendo esto, estás poniendo todo perdido de células). El caso es que cada pequeña corriente de aire, o un simple paso tuyo, supone para estas partículas un auténtico huracán que las levanta y amontona unas sobre otras, de tal forma que al rodar forman "pelotillas" cada vez más grandes y acaban convirtiéndose en las odiadas pelusas, que a su vez atraen a otras más pequeñas.

Ahora te preguntarás que para qué te he contado todo esto, pero la verdad es que si has entendido esta historia, habrás entendido cómo se formó nuestro Sistema Solar, de una forma más sencilla a como se suele contar en las clases. Al igual que debajo de tu cama, hace 4650 millones de años aproximadamente, las partículas de una enorme nube de polvo estelar y gas comenzaron un "baile” que duró también millones de años; empezó con la formación de cúmulos microscópicos y terminó con la formación de nuevos mundos. Cuando los primeros cúmulos se hicieron más grandes, se empezaron a unir a otros cúmulos, cada vez mayores, girando unos alrededor de otros, hasta que el centro se contrajo y empezó a atraer a los materiales más pesados. Debido a la inmensa gravedad y a la presión, comenzaron las reacciones de fusión del hidrógeno: apareció una estrella que podría ser nuestro Sol. Con el gas y polvo sobrante que giraba alrededor, se formó un disco aplanado que posteriormente, en colapsos locales, daría lugar a los planetas; trozos de roca de todos los tamaños empezaron a chocar y a unirse hasta que alcanzaron lo que llamamos una masa crítica. A partir de ese momento se convirtieron en planetesimales que poseían la capacidad de atraer por gravedad a otros fragmentos menores, aumentando cada vez más su tamaño en cada vuelta que daban alrededor de la estrella central. Por las enormes colisiones y la compresión por la gravedad del material, su temperatura aumentó hasta fundir las rocas y ser prácticamente bolas de lava, a la vez que giraban sobre sí mismas. Al girar también alrededor de la estrella central, los más próximos a ella formaron los planetas rocosos (Mercurio, Venus, la Tierra y Marte), ya que sus gases se evaporaron por el calor del Sol cercano. En cambio los más alejados pudieron conservar sus gases al ser más fríos, dando lugar a los planetas exteriores y gaseosos: Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.
Todo este proceso que duró unos 100 millones de años, terminó con el enfriamiento de los planetas cuando casi toda la materia de la nube inicial se acabó; y digo casi, porque algunos de esos fragmentos todavía siguen impactando con los planetas en forma de meteoritos. Por tanto, nunca te olvides de que todo, absolutamente todo lo que te rodea, tu bolígrafo, tu libro, tu coche, tu silla, incluso nosotros mismos, estamos hechos de un material que procede de aquella nube de polvo y gas de hace 4650 millones de años. En puntos muy lejanos del espacio, actualmente se están repitiendo procesos de formación como el que te he contado, con nuevos soles y planetas. Están listos para crear otros mundos. Pero no creas que es tan fácil; los mismos átomos que por azar crearon la vida en nuestro planeta, se niegan a hacerlo en otros lugares del Universo. Si la Tierra hubiera estado un poco más cerca o un poco más lejos del Sol, jamás hubiera existido la vida tal como la conocemos. Nuestro Sol, cuando muera, no explotará (porque es más bien pequeño) sino que se apagará muy lentamente tras convertirse en una enana blanca. Antes, habrá destruido y pulverizado la Tierra. Tu silla, tu boli y todas las partículas de las que está hecho todo lo que conoces estarán de nuevo en el espacio a disposición del Universo para que haga con ellos lo que quiera. Pero estad tranquilos; eso ocurrirá dentro de 3500 millones de años. Te da tiempo a pasar muchas aspiradoras. ¡¡Feliz sábado próximo!!
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